14 noviembre, 2009

"Pandorum": Un aprobado con ciertos méritos

La película de esta semana (casi más escogida por mi acompañante que por mí) despertó a mi salida de la sala un importante número de sentimientos enfrentados. Y es que "Pandorum", la apuesta por la ciencia ficción de nuestra cartelera más actual, una de las muchas cintas de este género que podríamos englobar dentro de lo que algunos llamamos "cine de palomitas", terminaría convirtiéndose en una cinta poseedora de un buen número de bazas a su favor. Dicho de otro modo, hablamos de una película que hace gala tanto de un planteamiento como de una ejecución que quizá no podríamos considerar brillantes pero sí al menos tremendamente acertados.

Bien es cierto que en "Pandorum" no vamos a encontrar nada que realmente nos sorprenda (por mucho que sea la clara intención de Christian Alvart, su propio director) como también resulta evidente que su intento de beber de fuentes como "Alien" le va tremendamente grande, pero también considero que su compleja trama consigue sostenerse por sí sola, y eso ya es bastante meritorio teniendo en cuenta la complejidad de lo que en élla se nos está contando.

A la hora de evaluarla quiero obviar todas las preguntas que mi compañero y yo intercambiamos tras la proyección de la cinta (¿Y entonces como es posible...? ¿Como se justifica que....?) Y es que no debemos olvidar que siempre que hablamos de cine (y más de un género como éste) existen preguntas para las que no existe una respuesta, bien sea porque se hacía insostenible una justificación lógica de lo contado o simplemente porque debemos entender que la ficción es sólo eso: simple ficción.

Lo más importante de todo, con lo que yo me quiero quedar de "Pandorum" es con todo su conjunto, con ese entramado bien construído y correctamente cerrado que consigue crear un interesante clima claustrofóbico en muchas de sus secuencias, aunque para ello abuse innecesariamente de los golpes de efecto de sonido (¡No era necesario hacerme tirar por tres ocasiones las palomitas al suelo!). El miedo ya se conseguía con los ambientes, con el desconocimiento absoluto de aquello que estábamos viendo, con el juego amnésico de los propios protagonistas, no con el recurso fácil de llenar la pantalla de mounstruos o propiciar unos saltos de butaca en momentos por otro lado tremendamente previsibles.

Místico
14/11/2009

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