"El americano", un título basado en la novela de Martin Booth, quizá sea uno de esas historias que funciona a las mil maravillas cuando se plasma en las páginas de un libro, pero que muy por el contrario llevada a la gran pantalla termina chirriando por todas partes. Y lo hace porque en el cine hay poco lugar para las reflexiones de los personajes, porque es difícil comprender lo que un actor está sintiendo o pensando cuando durante minutos de metraje tan sólo le vemos caminar por las bellas calles de una desconocida Italia. Y es que de las dos horas de duración de esta película, casi la mitad están dedicadas a un Clooney silencioso, a un Clooney extraño, misterioso y gris del que apenas tenemos más que un par de pinceladas.
Es por esta razón que la película se nos antoja lenta, ralentizada en ocasiones hasta el extremo, llena de personajes sin construir o historias secundarias que aportan poco o nada a aquello que se nos está narrando. A cambio de esto, Anton Corbijn termina regalándonos unas bellísimas imágenes de la Italia más rural, y se vale para ello de una excelente fotografía, no suficiente para salvar el conjunto de todo el metraje.
Otro de esos títulos que demuestran que una "cara bonita" no es suficiente para levantar una película en su totalidad.
Místico
27/09/2010
2 comentarios:
Pues me parece genial en análisis que haces. Yo fui a verla con toda la alegría del mundo y las otras 5 personas que fueron conmigo se durmieron, es decir, Sin palabras. Lo vendieron todo en su triller que resume toda la película
Totalmente de acuerdo contigo, lector anónimo.
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